En la madrugada de un 26 de abril de hace 37 años, iniciaba una catástrofe que conmocionó al mundo: el accidente de Chernobyl. Lo que era un pueblo tranquilo cerca de la ciudad de Pripyat, Ucrania – en ese entonces parte de la Unión Soviética -, se convirtió en un desastre sin precedentes que cambiaría el rumbo no sólo de las políticas ambientales, sino también de la imagen de una de las potencias mundiales predominantes para el momento.
Se estima que alrededor de 4.000 personas murieron a causa de la radiación en las primeras décadas después del desastre, y causó un número desconocido de muertes y enfermedades relacionadas con la radiación a largo plazo, como el cáncer, enfermedades cardíacas y problemas reproductivos, en una crisis de escala internacional. Además de las graves consecuencias en la salud humana, afectó el medio ambiente y la economía de la región. Aproximadamente 350.000 personas fueron evacuadas de la zona cercana a la central e incluso hoy la zona de exclusión cubre un área de 2.600 kilómetros cuadrados, cuyos ecosistemas todavía están en recuperación de las mutaciones y cambios genéticos que sufrieron.
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Eventos como éste nos recuerdan la importancia de la gestión de riesgos, como herramienta para la prevención, anticipación y la estrategia que permita evitar tragedias, y en caso de que sucedan, poder contar con herramientas y mecanismos de reacción para el manejo efectivo de crisis.
Si bien Chernobyl quedará como una de las más grandes tragedias en la historia, día a día las empresas e instituciones se encuentran ante riesgos latentes y crisis potenciales, generadas por una sociedad cada vez más interconectada y cambiante.
Sin duda alguna, hay industrias con mayores riesgos que otras, sin embargo, en PIZZOLANTE creemos que cada empresa debe contar con un mapeo de riesgos a la medida de su operación, que le permita entender cuáles son esos impactos que genera, a nivel ambiental e incluso social, para poder generar una cultura de responsabilidad que mitigue los riesgos, o que permita tener alertas tempranas.
Es nuestra responsabilidad y trabajo ser un apoyo para prepararnos ante lo inesperado.
