Hace algunas semanas tuve oportunidad de participar en el I Conversatorio «Gestión Integral de Riesgos y Seguros», organizado por AIGRYS.
La Asociación Iberoamericana de Gestión de Riesgos y Seguros promovió este espacio en el que, desde la perspectiva de diversos expertos, se dio una mirada integral a la gestión de riesgos en la actualidad.
Sin duda, hubo un punto de conceso: La responsabilidad de la prevención y manejo de riesgos irradia a toda la organización. El pensamiento de gestión de riesgos no es simplemente una norma, sino un valor agregado que tendrá un beneficio institucional, corporativo e, incluso, personal.
Se trata de aplicar principios éticos y morales que puedan incorporarse a nuestras empresas para proteger a la entidad, por lo cual, debemos estar muy atentos a las particularidades de nuestros negocios para evitar caer en situaciones complejas, de mucho más difícil resolución.
El panel invitado mencionaba que, en el sector financiero, hay modelos muy maduros en muchos países de Latinoamérica. Sin embargo, muchas otras ramas empresariales y sectores productivos ven la gestión de riesgos como una imposición, una norma que cumplir y no perciben los beneficios intrínsecos para la organización. En muchas ocasiones, esas negativas son consecuencia de limitaciones en presupuesto o tecnología, pero en muchos otros casos, se trata simplemente de desconocimiento de las ventajas que implica contar con un buen modelo de gestión de riesgos.
Con la pandemia, muchos paradigmas se derrumbaron. La continuidad del negocio se vio impactada por situaciones nunca pensadas… o, al menos, no esperadas de una manera tan abrupta. Aprendimos nuevas lecciones y lo que en muchos documentos y planificaciones de prevención se proyectaba como amenazas extremas que no pasarían, pasó.
Sin duda, la experiencia nos va dejando conocimientos nuevos.
Estas, como muchas otras situaciones, le demostraron al mundo que la gestión de riesgos cobra cada día más importancia.
¿Está preparada mi empresa para una crisis? ¿lo está mi capital humano? ¿Tengo planes de contingencia definidos… y procesos de activación robustos? Planteamientos de gran importancia a los que todo gerente debe darle respuestas, hoy.
¿Y los riesgos tecnológicos? ¿Los estamos considerando? La delincuencia cibernética es, en nuestro día a día, un riesgo en potencial crecimiento. Vivimos en un mundo cada vez más digitalizado y la dependencia que tenemos de la tecnología nos hace, a su vez, más vulnerables.
El auge de la inteligencia artificial, por ejemplo, nos habla de avances, de progreso, de futuro… pero nos debe alertar, en su contraparte negativa, sobre los riesgos que corre nuestra data y lo afectada que se puede ver la seguridad de nuestra información.
Empezamos, pues, a ver cada vez más valiosa la gestión de riesgos operativos, la gestión de riesgos financieros, tecnológicos y, cabe mencionar, los riesgos reputacionales. Debemos considerar que, en papel, puede haber mucha documentación, pero hay que ponerse en marcha cuanto antes. Ante todo, debemos contar con procesos preventivos. Ello ayudará a minimizar la frecuencia y posibilidad de ocurrencia de un riesgo. Pero, si sucede, actuaremos para que el impacto sea el menor posible.
La nueva realidad obliga, pues, a las empresas a reorganizar, replantear y redimensionar su cultura integral de gestión de riesgos. Puede, y debe verse, como una herramienta para la toma de decisiones que, desde el ámbito de la prevención, agregará muchísimo más valor que desde el campo de la acción reactiva.
Los expertos ratifican que no existe una probabilidad pequeña, pero pequeños ajustes pueden representar grandes avances en la gestión de riesgos. Infraestructura, capacidades, personal, planificación… todas las áreas tienen cuota de participación y de responsabilidad en el fortalecimiento del negocio. La importancia radica en ver la gestión de riesgos, no como un espacio de mero cumplimiento, sino como un espacio para la generación de valor.
